Estar enamorado, en realidad, es una de esas vivencias que no se puede describir con palabras. De hecho, existe una experiencia muy humana y es la de que una persona crea estar enamorada de alguien, y sin embargo, con el paso del tiempo se dé cuenta de que no es así. En realidad, la experiencia también puede reafirmar o romper nuestras expectativas previas porque no siempre aquello que hay detrás de una idealización se adapta en alguna forma a la realidad.
Estar enamorado es tener la cabeza en otro lado, es decir, con frecuencia tienes despistes y olvidos que no tendrías de no estar ilusionado con alguien. Pero la otra persona ocupa tu mente gran parte del día y no deja espacio para nada más.
Estar enamorado es vivir en un tiovivo que simboliza el cambio de emociones que puede vivir el enamorado en un mismo día al poder pasar desde la euforia más absoluta hasta la tristeza más intensa en cuestión de 24 horas. Un viaje emocional que puede ser apasionante en tanto que es muy intenso y todo se vive al límite, pero también es agotador. Conviene matizar que el enamoramiento con la edad, también se vive con menor intensidad y con más madurez.
Estar enamorado es querer ver a la otra persona por encima de todo, porque no hay nada que te llena tanto como eso cuando llevas unos días sin saber nada de ella. Volver a verle es como volver a pisar suelo firme y volver a estar seguro de aquello que quieres hacer y de aquello que deseas de verdad en tu vida.
Estar enamorado es ser mejor persona puesto que el enamorado quiere dar lo mejor de sí mismo para conquistar al otro y seducirle. Es decir, cualquier persona enamorada quiere llegar a ser la mejor versión de sí misma.
Estar enamorado es algo muy personal puesto que cada uno vive esta fase a su forma y a su modo. Estar enamorado es ser valiente por sentir algo tan especial y asumir el riesgo de la incertidumbre.