A nadie le gusta tener apuros económicos porque desde los problemas de dinero también tienen las personas más inestabilidad y menos felicidad. Muchas veces, las personas se guardan para sí mismas aquello que sienten, por vergüenza o pudor.
En una sociedad en la que en más de una ocasión se asocia el ser con el tener, no es nada fácil confesar una debilidad económica. Pero está claro que los problemas económicos, a largo plazo, generan unas necesidades tan evidentes que es indispensable dar el paso de pedir ayuda.
En primer lugar, a familiares y amigos que son quienes más conocen y quieren al afectado. Las personas que de verdad merecen la pena son aquellas que te brindan la mano en la dificultad, gente que te apoya en un momento de debilidad.
Pero también existen entidades como Cáritas, Cruz Roja o el Banco de Alimentos que están realizando una excelente labor de ayuda social para atender las necesidades de esas familiares que no pueden llegar a final de mes porque en muchos casos, todos los miembros de la casa están en desempleo y en algunos casos, también, no reciben ningún tipo de sustento económico.
Existen otras entidades como el Teléfono de la Esperanza que también son de gran ayuda para los afectados por una situación tan grave como el desempleo. Las personas necesitan hablar de aquello que les pasa, contar qué les sucede, poder decir qué piensan.
Por ello, el Teléfono de la Esperanza se convierte en un teléfono amigo de ilusiones compartidas en donde todo aquel que llama sabe que va a encontrar una voz amable al otro lado del hilo telefónico.
La soledad que se vive en un momento de grave situación económica, empeora todavía más la situación de soledad que se tiene en ciertos momentos de la vida. Hoy día, en plena crisis, nada sería lo mismo sin la familia: los mayores se han convertido en muchos casos, en el soporte de todo el hogar.