Cada año por estas fechas se habla mucho sobre el síndrome postvacacional, es decir, se habla sobre el sentimiento de tristeza que sienten muchos trabajadores al decir adiós al mes de agosto y volver al trabajo sabiendo que cada vez estás más cerca el otoño, con menos horas de luz y con la caída de las hojas de los árboles.
Con la crisis económica, lo cierto es que el síndrome postvacacional pasa a ser una anécdota puesto que la fortuna de muchas personas es la de sentir que tienen la suerte de tener un trabajo al que incorporarse. El síndrome postvacacional responde al proceso de cambio que siente una persona al tener que adaptarse a un nuevo horario. Sin embargo, al igual que el verano tiene mucho encanto, las personas que son felices en su día a día están encantadas de volver a las ocupaciones para poder ver a los compañeros de trabajo, ir al cine, seguir con una rutina concreta y pasar más tiempo en casa. Cada época del año tiene su magia.
Además, la vuelta a la rutina también es muy especial para tantos trabajadores que disfrutan haciendo cursos de formación ya que la oferta de los centros culturales es mucho más interesante durante esta época del año.
Aprende a conocerte a ti mismo para asumir la realidad de cualquier proceso de adaptación. Es decir, es normal que durante los primeros días de la vuelta al trabajo te cueste madrugar cuando suena el despertador y te dé pereza. Eso no tiene nada que ver con el síndrome postvacacional sino con la propia naturaleza humana.
Para aliviar el síndrome postvacacional es positivo que realices ejercicio físico y acudas paseando a la oficina porque el deporte es salud. Del mismo modo, pon tu mente en todos los detalles positivos de la vuelta al trabajo. Intenta ignorar esas cosas que no te gustan tanto.
Y además, no tienes que pensar en las próximas vacaciones sino en el próximo fin de semana, momento en el que podrás disfrutar del ocio, hacer planes con tus amigos y disfrutar de la vida de verdad.